El marketing no es solo para caer bien. También es para mover el piso, abrir conversaciones incómodas y activar decisiones.
La mayoría de las marcas aún juega a lo seguro: frases políticamente correctas, imágenes estéticamente pulcras, mensajes que no incomodan ni al algoritmo. Y sí, eso puede generar algo de alcance, pero difícilmente crea impacto real.
Si tu mensaje no sacude ideas, no cuestiona supuestos o no genera una respuesta visceral (aunque sea de desacuerdo), entonces probablemente sea olvidable. Y lo peor que le puede pasar a una marca no es que la critiquen. Es que no la recuerden.
Las marcas con visión no buscan gustarle a todos. Buscan crear comunidad con los que comparten su filosofía, incluso si eso implica perder a algunos en el camino. Y eso está bien. De hecho, es deseable.
Tomemos ejemplos reales: Patagonia defendiendo causas medioambientales con firmeza, Dove rompiendo estereotipos de belleza, Ben & Jerry’s posicionándose políticamente sin miedo. Todas estas marcas incomodaron a alguien. Y, al mismo tiempo, conectaron con miles que estaban esperando algo más que un producto: querían un propósito.
“Ser tibio en marketing es como intentar hervir agua con una vela.”
La incomodidad, cuando se maneja con coherencia y honestidad, es una de las formas más poderosas de diferenciación. Porque no todo el mundo está listo para lo que tienes que decir. Pero los que sí lo están… te van a seguir hasta el fin del scroll.
¿Listo para incomodar con estilo y atraer a los que de verdad importan?
Pongamos a tu marca en el centro de la conversación, donde se construyen ideas, no solo likes.